miércoles, 14 de abril de 2010

Vigbay 2010


De camino comentamos la última hora y media de nuestras vidas.

Nos vamos a duchar al Hotel de siempre.

Llega contento a medias. Es la tónica general. Llega con cara de agotamiento.

Espero a Javi. Sentado, escucho el intercambio de opiniones, cruces de palabras, mensajes de enhorabuena, de ánimo, de "otra vez será", de "hoy no era el día", incluso de "¡cómo me gusta el calor!". Una multitud se agolpa en el panel de resultados para ver en primicia las clasificaciones, todavía oficiosas.

Acuarius, yogur, plátano, roscón, kiwi, agua... Viandas para los "valientes".

¿Este señor se referirá a mí? Alguien jalea por megafonía "Este corredor entra como una flecha".

He mejorado mi objetivo: ¡BRAVO!

1:24:28

Gritos de ánimo para mi sprint final.

El principio del paseo marítimo indica que la meta está cerca. Queda un último esfuerzo.

Mi Mujer y mi Hijo gritándome en la puerta del Hotel (trago en seco, pues no me queda saliva).

Sabarís siempre se me hace larguísimo, parece no terminar nunca, pero hoy he regulado correctamente las fuerzas, voy bien.

Este puente indica la entrada en el último sector de la Carrera, ¡ya queda poco! ¡Vamos! ¡Voy bieeeeen! ¡Venga!

Esponjas en el suelo, multitud de gente gritando, animando, llamándome por mi nombre (gracias a la inscripción del dorsal). No cojo esponja, no quiero romper el ritmo.

La Playa se termina, por fin. Unas cheerleaders nos animan lo indecible, ¡cómo mola! ¡Gracias!

Gente parada, gente andando, gente corriendo mucho más despacio de lo habitual, jadeos, sudoraciones, dehidratación, malos pensamientos... Pienso que he hecho lo correcto al reducir velocidad en el kilómetro 5. Cada vez estoy más convencido, porque, aunque queda mucho, voy bien.

El entrenamiento se nota. He pasado la cuesta de siempre mucho más fácil de lo habitual.

Busco la velocidad de crucero que me permita llegar a los kilómetros finales de forma óptima. Intento no beber ni coger esponjas. No estoy acostumbrado y me rompe el ritmo.

¡A 3:45! Gracias, pero no. Hay que reducir la marcha. Pregunto a un conocido el ritmo que llevamos.

Las vueltas a Samil son un espectáculo. Más de 3.000 corriendo en carrusel. Me gustaría verlo desde el aire, pienso.

La gente anima con todas sus fuerzas. Amigos, familiares y público en general están entregados ante tamaño despliegue organizativo y respuesta popular.

Con esta llevamos 7. No está mal, reflexionamos. El pistoletazo de salida nos pilla por sorpresa, hablando, quitando los miedos y los nervios, deseándonos suerte los unos a los otros, despejando las últimas dudas a los primerizos...

Busco un sitio apropiado y lo menos incívico posible. Ya se sabe lo incómoda que es esa sensación. Necesito mear.

Paso de calentar más, ¿para qué? ¡Con el calor que hace! Se hace imposible correr 10 metros seguidos sin esquivar a alguien, o sin encontrar a algún colega que te haga parar a saludar.

Me lo tomo casi de golpe, no hay tiempo que perder. Pido un café solo en la cafetería de siempre.

¿Has visto, Javi? Cada año hay más gente. ¡Esto es una fiesta!

Muchas gracias por todo, le digo. Pago y deseo al chófer buen día.

En la puerta del Hotel nos espera, puntualmente, el taxista que habíamos contactado el día anterior para llevarnos a Vigo.

Últimos detalles. Repaso que llevo todo: chip, dorsal, gorra...

Los ojos se me humedecen. Escucho el "¡¡¡mano Papi!!!" de mi Hijo. Me despido de Montse y de Mateo.

Desayuno prácticamente lo mismo de todos los días. Para qué cambiar...

El buffet está repleto de cosas. Llego al comedor de la planta baja.

Cojo el ascensor. Salgo sigilosamente de la habitación 117. Procuro no despertar a nadie.

Parece que he descansado bien...

El despertador suena implacable: las 7:50 a.m.

Me acuesto pensando: ¿hará mañana tanto calor? ¿cómo plantearé la carrera? ¿conseguiré mi objetivo?

Me despido de Javi y de su familia.

Al llegar al Hotel comentamos los últimos detalles antes de retirarnos a descansar. En dos días repasamos nuestras participaciones en la Vig-Bay. Cada año sumamos anécdotas, vivencias, sensaciones, logros, decepciones, pero, sobre todo: ganas de volver.