lunes, 25 de enero de 2010

Portugal, te quiero.

Una camiseta de manga larga, una de manga corta, una botella de vinho verde, una de bebida energética, otra de frutas, otra de leche con chocolate, una chocolatina, un caramelo, folletos turísticos... No, no es una cesta de Navidad, es la bolsa del corredor que nos dieron ayer en la "Meia Maratona Manuela Machado", en Viana do Castelo. No fue más que uno de los detalles que me animan a catalogar esta carrera como la mejor organizada de todas cuantas he corrido, que ya son unas cuantas.

Desde hacía meses, tenía la impresión de que esta no iba a ser una prueba más. La cálida invitación a todos los gallegos a participar en la prueba, equiparándolos en todo a la gente de casa, me sorprendió.

Inscrito a última hora, gracias a que mi "Plan A" fue cambiado de fecha (bendita casualidad), llegué allí con la familia y los compañeros del CARSantiago a disfrutar a tope de la jornada. ¡Y vaya si lo hice! Y como yo, más de dos mil personas dispuestas a participar en 3 pruebas distintas: una caminata, una mini maratón, y una medio maratón (con más de tres millares de personas inscritas).

Rápida recogida de dorsales, café solo y brevísimo calentamiento. Me quedo solo y me coloco fatal en la salida. Mi intención era llevar un ritmo de 4 min./km. y apretar al final. La realidad fue un poco peor, por la dureza del circuito y el viento que soplaba. Hasta el 10 fue una contínua subida, bastante tendida, eso sí; y hasta el 15 clavé los tiempos previstos (60'.02''). A partir de ahí todo mucho más duro de lo que pensaba. Cambio de circuito -respecto al año anterior- y últimos km. de sufrimiento y largas cuestas. Al final, 1:25:56, que queda lejos del 1:24 que quería rondar. La mala salida y la dureza mencionada hicieron que no pudiese ser. En otra ocasión...

En la memoria queda: haber rodado muchos km. junto a la mismísima Manuela Machado (y yo sin enterarme casi hasta el final. Por eso todo el mundo la conocía, y le decían "¡Embora Nela!"); los gritos de ánimo de los cientos de personas que abarrotaban las aceras y cunetas; lo bien señalizada que estaba la carrera y el avituallamiento.... Todo, absolutamente todo, de 10.

El tiempo es lo de menos, analizado fríamente. "No pasa nada. Ha estado bien...." me decía a mí mismo al terminar. Fue precisamente en ese momento cuando nos cargaron de regalos. ¡Madre mía! ¡casi hay que llevar un remolque! Todo metidito en una bolsa, gracias a Dios (y a la impecable organización). Acto seguido me encuentro unas sillas donde poder sacar el chip de la zapatilla con comodidad. Lo que no esperaba era que una voluntaria me lo quitase y que después me quisiera atar la zapatilla de nuevo: "no, por favor, ya lo hago yo", le dije". Flipante.

El tema de las duchas otro 10. Por si no eran suficientes las que estaban al lado de meta, había allí mismo un sistema de microbuses que iban hasta el pabellón de deportes, y que iban y venían con mucha frecuencia. En un abir y cerrar de ojos estaba de vuelta, duchadito y peinado.

El final de la jornada fue apoteósico: comida con los CARSantiago cerca de Valença do Miño. Un espectáculo el bacalao, las costillas, el pollo, la ensalada, las patatas, el flan y el café. Todo riquísimo. Breve parada a tomar algo en La Fortaleza y vuelta a casa.

¡Cómo me gusta Portugal! cada día más. A veces me pregunto por qué les fascina tanto España a los portugueses, teniéndolo "tó".

Saludos, mi querida y admirada Portugal.

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