jueves, 9 de febrero de 2012

¿Entrenando o no?

Si me preguntan, no sabría qué contestar. Ni una cosa ni la otra, en realidad. Difícil de explicar. No sé. Aquello del cambio de rutina pasó a la historia, y con más pena que gloria. No volví a entrenar en horarios intempestivos. Y tampoco sabría razonar el porqué... ¿Estaré empezando a desvariar? (si es que antes no lo hacía). ¿Es mi vida desorganizada? ¿Me estoy dejando llevar? ¿Cómo pueden cambiar tanto las prioridades (de ocio, se entiende) de un año para otro?


Después de alguna que otra vuelta, llego a la conclusión de que no hay que darle tantas vueltas. La vida te lleva, y no se puede remar contra corriente, porque su fuerza es arrolladora. Se es mucho más feliz -creo yo- asumiendo, de forma natural, los cambios que se van produciendo en uno. ¿Será eso que llaman madurez comprender, entre otras cosas, que hoy estás aquí y mañana allá, arriba o abajo, dentro o fuera...? ¡Pues vale! ¿Cuál es el problema, entonces: no tener problemas? Ay, ay... bendito sea cada día, cada instante... en serio.


Probablemente, correr sea -de esos asuntos accesorios- lo mejor que he hecho en toda mi vida. Ahora, aprender a disfrutar cada momento, y saber valorarlo como lo que es, en su justa medida, me está proporcionando mucha paz. Espero que, después del subidón de los primeros años (que ha sido estupendo) la meseta en la que me encuentro sea lo más larga posible. Por ahora no atisbo el precipicio, el declive, el adiós. Y eso me llena, me da ganas de coger las zapatillas y darles caña, conociendo gente, compartiendo momentos, descubriendo rutas, indagando los límites físicos del yo... Genial. Y es ahora, justamente al levantar el pie del acelerador, cuando ya no me horada el alma faltar a la carrera de turno, cuando disfruto tanto del sí como del no, del todo y de la nada. Porque toda obsesión es insana, y en esta vida las aficiones no deberían pasar al primer plano nunca. La familia, los amigos, el trabajo (con el valor que ha adquirido hoy en día)... esos sí que son pilares básicos. Creo que estoy mejor que nunca en casi todos los sentidos, y... mirad: a lo mejor era antes cuando desvariaba, y cuando estaba realmente desorganizado...


Con esa calma y con esa perspectiva encaro el próximo objetivo: la maratón de La Coruña, que se celebrará el próximo 15 de abril. Os prometo, y me prometo a mí mismo, que disfrutaré de cada minuto de entrenamiento, y de cada kilómetro que corra ese día, tanto como me sea posible. De lo contrario, no merecería la pena.


Un saludo!



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