martes, 22 de diciembre de 2009

Lugo Monumental.

Monumental Lugo, como siempre. ¡Qué carrera! y ¡qué organización! Chapeau.

Mi fin de semana lucense, junto a la familia, es cada año más espectacular. Todo gracias a Victor y a Maica (familia política) que me hacen un recibimiento mejor que el que le hacen a la Selección de fútbol allá por donde va.

Las sensaciones al llegar son siempre "especiales", es decir, bajo cero. Pero tanto el calor humano como el del buen vino y la excelente comida son buenas ayudas para calentar. Recogida del dorsal después de comer (más bajo cero todavía), y tirando para casa rápidamente, que con los niños no se puede andar por ahí en esas condiciones (¡qué manidos son los niños para las excusas!...)

Antes de meterse en casa definitivamente, brindo en el bar de la esquina (de tapas caralludas) con el primo Víctor por el encuentro, por el solsticio de invierno y por lo que haga falta. Y bebo para olvidar que el Barça ha ganado un nuevo título esa misma tarde. ¡Menos mal que ya no hay más en juego este año! (y que no soy del Madrid).

Después de unas buenas pizzas, unos vinitos y un cubata, a la cama tempranito y a descansar (a pesar de la juerga que se están corriendo los vecinitos...).

La mañana amanece calurosa. En la farmacia de la esquina marca -5. Son las 9 de la mañana. Pleno día. ¿A cuánto habremos estado de madrugada? me pregunto...

Desayuno rápido, y me preparo para la batalla (más que contra el crono, contra el frío). Me abrigo todo lo que puedo, mientras me permita correr.

Mucha gente. Unos 1200 locos y locas. Una fiesta. Corredores de todas las edades y un speaker que no calla para no congelarse. La fuente de piedra -con ranas esculpidas- está llena de carámbanos. No sabe uno a dónde mirar para entrar en calor...

Comienza la carrera. las sensaciones no son malas del todo para no haber calentado apenas. La última vuelta es de lo más bonito del calendario anual, sobre la Muralla Patrimonio de la Humanidad. ¡Más de 1000 personas corriendo! ¡qué imagen!

Cruzo la línea de meta tras el último arreón y en medio de los gritos de ánimo de Montse, pasando a 3 ó 4 corredores en los últimos metros. El esfuerzo ha valido la pena: ¡he bajado casi 3 minutos el tiempo del año pasado! Me encuentro a Nicolás, está saliendo de una lesión latosa, y hoy se ha caído (tiene la rodilla hecha polvo) "a perro flaco..." me dice dolorido. Aún así ha hecho un tiempazo, como siempre.

Bolsa del corredor (sin camiseta. Menos mal que fui previsor y llevé recambio), de entrega muy bien organizada, como todo en esta carrera. Me cambio, me abrigo un poco y vuelta a casa. Ducha caliente y comidón del 15. ¡Qué bien nos trata esta familia! así da gusto...

Vuelta a casa por carretera, disfrutando del paisaje lucense (con algo de nieve en las cunetas de Palas de Rey) y escuchando Galicia en Goles, en la Radio Galega. Llegada a casa, recoger todo, pijamita y a descansar, que mañana toca curro.

Insisto, Lugo... monumental.

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